Ingenua. Ilusa. Imbécil.
Sola de nuevo.
No aprendo. O tal vez no quiero
aprender.
Otra vez ha vuelto a suceder.
Y como de costumbre vuelven las palabras
para recordarme la tortura.
Para gritarme mi identidad,
para bajarme, a bofetadas, de las nubes.
Con hechos.
Las palabras son el veneno que sirve de antídoto ante el paro cardiaco
o el ataque de agresiva impotencia que golpea con toda su furia en mi pecho
hasta quedar sin fuerzas, sin aliento.
Suspendo
una y otra vez la prueba de la amistad.
Supongo, que si fuera más simple o conformista,
si fuera menos pasional,
menos sentimental o susceptible,
si me emocionara menos con la vida, todo sería más fácil.
Supongo que me van los retos.
O soy demasiado cabezota, y me obceco.
No soporto recibir órdenes.
Soy muy niña,
soy transparente,
me rompo mil veces al chocar con el suelo como un vaso de cristal, o el zapato de la Cenicienta.
Y las esquirlas de tanta traición se clavan en mis pies descalzos,
produciendo en mi cortes, que vacían el contenido de mis venas, en una hemorragia interna
de sentidos, sucesos y escenas.
Soy experta en complicarme la vida,
en cometer el crimen perfecto que deje en jaque mate mis latidos.
Al menos algo tengo claro: mañana lo olvidarás a ratos. Y lo mismo pasado.
No quiero pagar el destrozo de esto que llaman vida
(que aun no entiendo como tantísimo, y tantísimos, significados puedan estar abarcados
en una sola y única palabra),
no quiero que el pilar que hace que mi suelo se mantenga estable vea
la miseria de mis ruinas.
No quiero que vea el dolor en mis ojos o versos,
no quiero que viva una milésima parte o sienta exactamente
mis las agujas y puñaladas en el vientre transmitidos pupila - pupila.
Por eso no te miro a los ojos. Por eso no estoy hoy a tu lado durmiendo.
Por eso, tal vez, estoy bebiendo.
Suena a ironía el verbo volar en este momento.
Solo quiero hundirme, pegar golpes a algo hasta que mis fuerzas se agoten totalmente
y no tenga más remedio que dormir, aunque el insomnio quiera mantenerme despierta
otra noche más.
No, la verdad es que lo que quiero es ser feliz. ¿Quién no quiere? Pero tengo miedo.
¿Muy cliché, no? Al final va a resultar que no soy tan compleja como pensaba...
Aunque lo que tengo claro es que a él le amo.
Amor.
Otro significado extremamente complejo.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero cerrar los ojos y que sepas que necesito cariño, y como hacerme sentir a salvo... Eso tiene un valor inestimable.
Gracias.
Gracias a todo aquel que ha cumplido su papel en mi vida y me ha hecho ser quien soy.
No sería nadie distinto,
ni aunque pudiera.